Ahora cuelgo la "Carta a Gerhard Eisenarbeiter" Publicada por Jonas Marinel en Die Zeit el 8 de Marzo de este año.

Estimado Gerhard:

Me han llegado noticias de su crítica aquí en Ljubljana, lugar que me acerca mucho al sentimentalismo que usted describe en su artículo del 20 de Febrero en Die Zeit. Después de que Luiggi Tachero me comentó sobre sus ideas sobre mi obra no soporte la curiosidad de leer entero el texto. Me gustaría hacerle algunos comentarios, aunque comenzaré agradeciéndole el enorme placer que me provoca que mi trabajo genere cualquier tipo de literatura, al fin y al cabo toda mi obra proviene de la palabra escrita y me interesa mucho que después de ser secuestrada vuelva una vez mas a ser palabra escrita. Por lo tanto el juego de los comentarios continúa, incluso en el caso como es el suyo en que tal comentario guarde o no una relación con lo que intento hacer con mi obra… Su error no radica en la lectura de la obra, si no más bien en confundir su labor con la mía. Cómo bien dice, mi trabajo consiste en generar artefactos de traducción, es decir soy un lector que inventa un lenguaje propio para mantener el significado fijo, mientras que su trabajo como crítico consiste en interpretar un texto y construir otro texto libre que remita a otros significados y que a su vez, nos ayuden a explicar la validez o belleza de lo leído. Por lo cual le pregunto: ¿Porqué habría de comportarme como un crítico si lo que quiero es traducir?. Cierto es que no toda traducción consiste en mantener el significado lo más intacto posible, en algunos casos la belleza del lenguaje le otorga una importancia a los signos que van mas allá del significado, algo así como la traducción de la poesía. En ese caso también mi labor es otra y muy distinta a la del crítico. ¿Qué comentario puede hacer un traductor acerca de la frase “sobre el Jardín lleno de rosas sobrevuelan las libélulas”, si no es la misma frase con otros signos?… Mi único interés en el mundo del arte por el momento es que mediante estos dispositivos de traducción, la obra pase por diferentes formas de lectura hasta encontrar el lector final. El problema supone en conocer al lector final, es decir el momento último en que la obra se diluye y por lo tanto ya nunca más es comentada

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