Hoy tuve un conversación que me dejó estupefacto.

Me encontré al señor Francisco caminando por el barrio.
Al verme mojado se rió de mi desde su cómoda sombrilla y dijo:

-¿que? ¿mojado?-
-no empapado- dije yo
-no ha parado de llover- dijo
-abril lluvias mil, dije y luego añadí- es lo que tienen los dichos que casi siempre son verdad-
el Señor se volvió a reír de mí.
-¿a donde va?- le pregunté
-con mi vendedor de la once-
-bueno pues hasta luego-
-hasta luego-dijo.

Cuando llegue a la esquina me quedé pensando que desde que vivo en Barcelona converso en los elevadores, hablo del clima con picardía, e incluso conozco el nombre del dueño del bar de abajo de mi casa.

Todo esto debería de ser tomado en cuenta en mi próxima cita para pedir la ciudadanía, joder.

1 comment:

Andrea said...

Desde que llegué a Londres no he podido realmente hablar con nadie, las vecinas sólo me hablan uando quieren decirme que mi departamento no está aislado de ruido y que no debería de tener una gata y que si una moto que está afuera es mía. Hablar con un inglés en alguna cola, ya sea la del baño o la del cine es prácticamente imposible. Te miran como si fueras un freak y dudan de tus intenciones. Lo mejor que he hice este año fue adoptar a mi gata. Nació aqui pero es buena compañía!